Faltan 50 días pero ya estamos en camino…

Aun no es seguro que podamos partir en nuestra fecha mágica, el paso por el quirófano fue un éxito, pero, tenemos que esperar para saber si la pierna responde tras la inmovilización, es necesario poder caminar para hacer camino.

Los días de confinamiento permiten estar mas cerca de la familia, saborear de estos momentos que vamos a echar de menos dentro muy de poco, permiten también empezar a añorar a las personas con las que compartes tu día a día, con las que casi seguro no habrá tiempo de retomar aunque sea por unos días aquella rutina, entristece si, pero también tienes la alegría de ver como se preocupan por ti y vienen a visitarte, la sensación de sentirse querido y añorado es inigualable. No puedo mas que agradecer y sentirme orgulloso de mi equipo, ellos saben que los voy a llevar en el corazón para siempre.

No voy a poder tampoco despedirme como me hubiera gustado el mi amado Mediterráneo, bajo sus aguas, mezclándome con ese precioso ecosistema que subsiste como puede a pesar del daño que le hacemos cada día. En la memoria queda la última inmersión, un bautizo en el que disfrute enseñando sus maravillas a un amigo del trabajo. El Mare Nostrum sin embargo si se despidió de mi este domingo, sentado en la terraza de Fran y Janine me regalo unos momentos preciosos, con la vista del puerto de Sant Feliu de Guixols enmarcando el paisaje, el cielo se cubrió de nubes dándole al mar un tono grisáceo, el Garbi empezó a soplar, desde Port Salvi una bruma en forma de cortina comenzó a acercarse al puerto como si se corriera un inmenso telón de seda blanca sobre el Mediterráneo, mientras tanto, las embarcaciones de recreo regresaban a puerto, fue como si el Mare Nostrum nos dijera “señoras y señores ha finalizado la función” inmenso regalo inmejorable despedida, esos momentos de belleza incomparable pueden dejarte sin aliento… El próximo fin de semana nuestros amigos de Piscisdiving organizan una limpieza de fondos, no podré bajar a limpiar y agradecerle todos esos regalos que nos ha dado, Montse lo hará por los dos…

Los días de confinamiento permiten también reflexionar acerca de las muchísimas cosas que dejaremos atrás y cuanto las vamos a añorar. Los atardeceres en la terraza, contemplando como el cielo adquiere esos colores rosáceos que cubren la Vall d’Arus, atardeceres en compañía de nuestros peques, que tras este desafortunado accidente casi no puedo ir a visitar. Las noches frías de invierno frente a la chimenea. La voz d’en Pou puntual como todos los días diciendo “Senyoras y senyors bona nit, son las once”. Las genialidades de Leo Messi y todo lo que sea de color azul y grana. Los bocatas de beicon con queso bien tostadito que nos hace Javi los weekends al terminar la inmersión. Los macarrones de la suegra, el mejor bizcocho del mundo que por supuesto hace mi padre, las ensaladas del Kurz&Gut, las pizzas del Mangia e Bevi, mis amigos del chino del GV2, las risas con Nuria la mejor dentista al norte del Ebro mientras me apretaba los tornillos de mis implantes, las conversaciones con Vane mientras me cortaba el pelo, las cajeras del Caprabo de Vallirana que siempre nos regalaban las mejores de sus sonrisas, la doctora Álvarez que siempre me hacia recetas atrasadas, los paseos juntos en el Miata, la reu de los martes con “mis niños” en la oficina, los bocatas del desayuno cortaditos ‘con amor’, el buenos días de Carol, la siempre sonriente recepcionista de Caprabo, los coffebreaks con mi Ani, las reuniones a medio día con Esther, hasta las negaciones de servicio por algún servidor caído echare en falta… (Dejaremos un espacio en blanco para que Montse nos escriba cuales serán sus añoranzas……………….. jejeje)

Todas esas pequeñas cosas y seguramente muchas mas, sumado a otros grandes sentimientos que aquí dejaremos, muchas si, pero estamos convencidos que todo valdrá la pena…

Se acerca el primer día de nuestra nueva vida…



El bien que hemos hecho nos da una satisfacción interior, que es la más dulce de todas las pasiones.

(Rene Descartes)